domingo, 30 de marzo de 2014

Anécdota. Mi padre hoy en misa.


Ha ocurrido hoy mismo. Vi la escena a lo lejos, a la salida de misa, y luego mi padre me lo contó.

En las lecturas el sacerdote pidió que todos se sentasen para aguantar mejor su escucha y posteriormente la homilía. A mi padre le pareció una novedad innecesaria, pero no le dió mayor importancia, y como tenía inflamada una pierna aprovechó para sentarse. Pero a esto vio que otro sacerdote, desde el presbiterio, agitó los brazos con insistencia hacia abajo para que obedeciesen los que aún permanecían de pie. Como a mi padre eso le pareció mal, y a pesar de su pierna, hizo lo contrario y se levantó.

Más tarde, un feligrés que hacía las funciones de director musical del templo, entonó desde uno de los ambones canciones litúrgicas que nadie conocía con la fallida intención de que todos le siguiesemos. Ahí se quedó el pobre cantando sólo. Pero era de esperar, sinceramente.

Terminada la misa mi padre fue a quejarse y se formó un corrillo entre sacerdotes y algunas señoras. Como podéis imaginaros, sólo ante el peligro. Y más o menos la conversación se desarrolló de la siguiente manera:

  • Mi padre: ¿Pero por qué no se cantan las canciones de toda la vida?
  • Sacerdote: ¿Qué canciones? ¿Qué canciones? ¡Diga una!
  • Mi padre: Pues...por ejemplo "Virgen María, sálvame".
  • Sacerdote: Pues que sepa que eso es una herejía, porque la Virgen no salva sino Cristo.
  • Mi padre: Ya empezamos a parecernos a los protestantes. Que si suceptibilidades con la Virgen, que si nada de comulgar de rodillas... Pues ya sé que quien salva es Cristo. He estudiado muchos años en los jesuitas y en los agustinos. Pero todos sabemos que se canta eso a la Virgen con la intención de que interceda. Dentro de nada dirán que la resurrección es una metáfora.
  • Sacerdote: Pues es real, pero que sepa que los primeros cristianos hablaban de ello como signo.
  • Mi padre: Pues puede ver usted en ello el signo que quiera, pero la resurrección es real como la vida misma. A mi no me vengan con historias de teólogos como el cardenal este alemán...
  • Sacerdote: Pues que sepa que si se refiere al cardenal Kasper es un grandísimo teólogo.
  • Mi padre: A mi me da igual. A mi lo único que me valen son los teólogos santos.
  • Otro sacerdote: Pues yo cité en la homilía a San Agustín.
  • Mi padre: Ya me dí cuenta, y me gustó mucho. Pero al caso... Que por tonterías de estas los seminarios están vacíos. Porque no son los hijos de comunistas como Sanchez Gordillo los que pueden llevar a sus hijos a los jesuitas, por ejemplo, sino gente como yo. Y yo hoy día, ni muerto llevaría a ningún hijo mío a estudiar allí. Y con la declaración de la renta lo mismo. Que como las misiones sean para ayudar sólo a los pobres pero no para hablarles de Dios, no marco la X en la casilla de la declaración a favor de la Iglesia. Porque para ayudar a pobres sin hablar de Dios, ya los ayudo en mi ciudad dándoles el dinero yo mismo.
  • Sacerdote: ¡¡¡Hombre noo!!! ¡¡La casilla de la declaración a favor de la Iglesia márquela!!
  • Mi padre: Bueno, ya veremos. Que al final la marcaré pero no me hagan tonterías.

Pues esta es la anécdota. No mucho más. Pero lo comparto con vosotros para regalaros una sonrisa y porque es una fotografía bastante real de cómo está la cosa.

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