miércoles, 5 de febrero de 2014

La interesante forma de hablar de Cristo.


Cristo era sabio. Lo reconoce el título de mi blog y cualquiera. Y su sabiduría queda reflejada no sólo por lo que dice, sino por cómo lo dice.

Es curioso cómo cuando los sacerdotes reflexionan en las homilías sobre la razón por la que Cristo hablaba en parábolas, aducen que es por la incultura del pueblo sin caer en la cuenta de que Cristo explicó sus razones en Mateo 13, 15, que como verán no tienen nada que ver con estas teorías.
       
       "Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible y con dificultan oyen con sus oídos; y sus ojos han cerrado, no sea que vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane"

Esto tiene más sentido, sobre todo por dos razones: porque las parábolas son más complejas de entender que cualquier sentencia taxativa (de hecho los apóstoles preguntaban a Cristo por el significado de alguna que otra), y porque entre los religiosos judíos abundaba la cultura, aún sabiendo que es lógico pensar que los seguidores de Jesús fuesen un grupo heterogéneo.

¿Y qué es lo que quiere decir Jesús con su respuesta? Pues piensen que alguien en su cerrazón se niega a reconocer que el cielo es azul. Imaginen que tiene prejuicios y que demonizará a quien asevere esta verdad. Alguien sabio en vez de caer en su juego y dar una sentencia que el obtuso pueda anatemizar, le levantará con la mano la barbilla para que mire arriba y caiga en la cuenta de su error. Si bien es cierto que Cristo también afirmaba verdades determinantemente cuando lo creía oportuno, esta sana astucia a la hora de actuar es una constante en el Señor.

Ejemplos de esto hay en abundancia. Jesús en vez de caer en la controversia diciendo a los judíos que paguen los impuestos de Roma les respondió con su celebérrimo "dad al César lo que es del César". En vez de teorizarles farragosamente sobre la necesidad del perdón les narró la esclarecedora parábola del funcionario que no quiso perdonar. Y en vez de iniciar su singladura evangélica autoproclamándose como Dios mismo, fue primeramente haciendo milagros, mostrando la Verdad, y lanzando semillas para que en los corazones naciese el fruto.

Se ha teorizado mucho sobre el autoconvencimiento progresivo que tuvo Jesús de ser quien era. Creo que estas tesis demuestran escasa sensatez y escaso conocimiento del modo de actuar de Nuestro Señor. ¿De verás Jesús poco a poco se dio cuenta de Quien era? Pero si en la anunciación a la Virgen, el ángel Gabriel ya dijo que sería la madre del Mesías, el Hijo de Dios; si los Reyes Magos trajeron al Niño de Belén oro, incienso y mirra; si Juan el Bautista saltó de alegría en el seno de su madre al ver a María, a quien la reconoció Isabel como "la madre de mi Señor"; si San Juan Bautista dijo de Cristo que era el Mesías.

Cristo sabía de siempre quien era. Pero si lo revelaba abiertamente antes de iniciar sus años de predicación lo hubieran tomado por un loco o por un ególatra. Él prefería hacerlo poco a poco, ir sembrando, haciendo milagros, mostrarles lo que es la Verdad, y dejar que la gente fuese tocada por el Espíritu.

No se lo reveló directamente a Simón. Dejó que su apóstol lo dijese, y en ese momento le cambió el nombre a Pedro como primado de su Iglesia:
          "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del Hombre? ¿Quién dicen que es?. Ellos le respondieron Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas. Y ustedes, les preguntó, ¿Quién dicen que soy?. Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Jesús le dijo: Feliz de ti, Simón, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. (Mateo 16, 13-18)

Hubo, eso sí, un momento crucial en la Vida de Cristo en el que se produjo esa misma situación a la inversa y en la que el Señor tomó la delantera y se reveló como Hijo de Dios y como Dios mismo. Cuando le juzgaban en el Sanedrín y le preguntaron quien era. Se jugaba su vida: "¿Eres tú el Hijo de Dios?" Y Cristo, parafraseando a Dios ante Moisés en la zarza ardiente dijo: "Yo Soy". En hebreo Y H V H. Pronunciado, Yahvé. Era uno de los apelativos con el que los judíos se referían al innombrable Dios. Caifás entendió muy bien las palabras de Jesús y se rasgó las vestiduras al grito de "Blasfemia!"

Ese era Jesús.

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