domingo, 9 de febrero de 2014
Hola amigo. ¿Sabe usted que su mujer es una ramera?
Suena la puerta. Es un señor desconocido y empieza a hablarte.
Señor: Hola amigo.
Tú: Hola, ¿qué desea?
Señor: Vengo a contarle la verdad. Porque usted ha vivido engañado muchos años.
Tú: ¿Cómo? ¿A qué se refiere?
Señor: ¿Sabe usted que su mujer es una ramera?
Tú: Pues no tenía ni idea. Pero me parece muy interesante lo que me dice.
Señor: Pues lo es, lo que pasa es que le tiene a usted engañado durante mucho tiempo, y en su bondad usted no se ha dado cuenta.
Tú: Qué cosas. Continúeme contando.
Señor: Pues le contaré otra cosa más. Usted idolatra a su madre, que no es ni mucho menos tan buena como cree.
Tú: ¿Mi madre? ¿En serio?
Señor: Sí. Y tengo múltiples pruebas que prueban lo insana que es su relación con su madre y lo fulana que es su mujer.
Tú: Qué interesante. Pase, que le invito a un café.
Señor: Claro, claro. Así le puedo detallar la cantidad de mentiras que le ha dicho la golfa de su mujer, lo equivocado que ha estado usted todos estos años, y lo malvados que son sus hijos.
Tú: Ahhh, ¿mis hijos también? Pues no lo sabía. Pero si usted tiene pruebas yo me lo creo.
Señor: Sus hijos los peores. Son para tirarlos por un puente.
Tú: Qué alegría que usted me está abriendo los ojos.
Señor: Pues sí. Más vale que no les vea nunca.
Tú: Claro. Si es que tienen muchísimos defectos.
Señor: ¡Y tantos!
Tú: Siga contando, por favor ¿Quiere más café?
Señor: Nonono. Muy rico el café, pero me tengo que ir ya. Le dejo una revista mía donde cuento con detalle todo esto que le he dicho y volveré mañana por la mañana a hacerle otra visita. ¿Le viene bien?
Tú: Estupendo.
Señor: ¡Adiós!
¿Te ha gustado el diálogo? Cambia las palabras esposa, madre o hijos por Iglesia o Virgen María y verás el típico diálogo con los protestantes o testigos de Jehova. Si no darías credibilidad a esos juicios contra tu familia, ¿porque hacerlo cuando lo hacen contra tu Fe?
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