martes, 11 de febrero de 2014

España y los políticos. Un análisis políticamente incorrecto


Este blog no acostumbra a hablar de estos temas. Pero es que es inevitable que fenómenos sociológicos como este del que voy a hablar adquieran una dimensión moral ante la que merece reflexionar. Y vaya por delante que ni simpatizo con ninguno de los grandes partidos, ni tengo ningún familiar que milite en alguno.

De siempre se ha repetido aquello de que 'todos los políticos son iguales'. Pero la verdad es que en España la sociedad sólo se ha preocupado fuertemente de este problema hace 2 ó 3 años, a excepción de la extrema izquierda y de parte de la derecha tras la patada en el tafernario que Rajoy dió a María San Gil, con la consiguiente deriva ideológica del PP. En general la sociedad opinaba que había una crisis que iba a pasar pronto y que la derecha crispaba el ambiente por su oposición al gobierno. Sólo dos años antes de la pérdida de las elecciones del PSOE la gente asumió la crisis y se la achacó a Zapatero. Y una semana antes del derrumbe socialista en las elecciones autonómicas, los indignados se manifestaron en la Puerta del Sol culpando de la crisis ya no a Zapatero, sino a todos los políticos. No era ya el gobierno el culpable, sino la oposición también, cosa sorprendente si no se descarta la malicia de la izquierda que sabía, como todos, que la derecha iba a arrasar electoralmente. Dado que el PP no gobernaba y que no se le podía culpar de nada, buen estrategia era generalizar contra todos.

Es legítimo tener criterios nefastos acerca de los políticos. Muchos muy acertados. Pero la mayor parte de la gente sólo repiten eslóganes populistas y estúpidos. Y lo peor de todo es que, a pesar de estar convencidos de la originalidad de sus ideas, son borregos que no saben pensar por sí solos ¿Por qué? Pues porque durante las dos legislaturas del PSOE casi nadie se pronunció sobre los políticos, y al día siguiente de la aparición de los indignados, España descubrió que el bipartidismo era el culpable de todos los males. No exagero en decir que el día de antes al 15M el único problema que veía la gente era la crisis y el paro, y que al día siguiente, casi todos alumbraban que era la corrupción o el sistema electoral. Y ahora que han pasado las elecciones eso último ha vuelto a olvidarse. Es gracioso que cuando el PP consiguió la mayoría absoluta, sus militantes en vez de euforia mostraban complejo en los foros sociales.

¿Qué es lo que esgrime el pueblo en contra de los políticos? Pues en líneas generales que todos son los causantes de la crisis, que ganan mucho dinero, y que todos son unos corruptos. Sin embargo las causas de la crisis son más complejas que un simple problema político, lo segundo es puro populismo, y lo tercero es imposible de generalizar, pues evidentemente no todos roban. Por supuesto sorprende la idolatría que se destila hacia la democracia y la fobia que se demuestra hacia sus representantes, teniendo en cuenta que no es posible que exista una cosa sin la otra. Incluso en las mal llamadas democracias asamblearias, mejor llamadas juntas jacobinas, tiene que existir la figura de los representantes que desempeñan el papel de lo que hoy conocemos como políticos. Podríamos entonces aludir a que hay excepciones, pero es que los populistas las niegan.

¿Y cual es el problema real de los políticos? Pues que en su mayoría son gente que está al nivel moral e intelectual de la sociedad que representa, y que sucumben a la ideología autodestructiva que en los últimos tiempos se está imponiendo. Sobre todo en los jóvenes sometidos a la ingeniería social de las últimas décadas. ¿Pero no son mucho mejores las personas comunes que los políticos? Quizás los políticos son algo peores porque el poder suele dañar el alma y porque son responsables directos de muchas decisiones, pero la diferencia no es tan grande. ¿No? ¿Acaso no hay gente muy buena por ahí? Está claro que hay muchas personas que en su día a día son buenos amigos de sus amigos y hasta generosos ayudando al vecino, pero esto seguro que también ocurrirá con la mayoría de los políticos. No me extrañaría que Zapatero o Iñaqui Urdangarín sean tíos simpatiquísimos en lo personal. Pero hay males endémicos, como las ideologías nefandas o una corrupción moral que evidencian lo emponzoñados que están políticos y sociedad. Tan populistas los unos como los otros, tan relativistas los unos como los otros, tan amigos del "bienqueda" los unos como los otros, tan enemigos de las leyes naturales los unos como los otros.

Así ambos, políticos y sociedad, caminan de la mano hacia un abismo moral. El pueblo juega a insultar a los gobernantes, y estos a intentar contentar a los votantes con vanalidades o veneno. Todos en un eterno indignamiento avanzan con paso firme hacia una sociedad muerta, mentirosa y estúpida. El individuo medio tiene padres que no se hablan, le faltan los hermanos pues la familia careció de sentido para ellos, no tienen hijos porque él mismo sigue estos criterios e incluso abortó, tampoco pareja que le quiera hasta el fin de sus días porque se ha dinamitado la estabilidad del hogar y del matrimonio, tampoco Dios porque es ateo, ni patria porque estas son cosas del pasado, ni ideología porque todas son malas, ni ganas de vivir porque ya nada tiene sentido, pero eso sí, tiene mucha indignación y odio contra la sociedad. Una sociedad por la que lucha fuertemente para que sea tal como viene siendo, y de la que cree que los únicos problemas a resolver son los relativos al dinero o a la salud. Y como falta sentido común y moral, cualidades que suelen ir parejas, ni eso consiguen.

Y todos asistimos no a un castigo divino, sino a un castigo humano, pues ha sido construido por nosotros mismos y tampoco es justo que nos quiten el mérito. Ojalá fuese un castigo enteramente divino porque así sabríamos qué hemos hecho mal. Pero no tenemos ni esa suerte. Todos en nuestra estulticia luchando por hacer del mundo un muladar, sin saber qué está pasando, por qué nos indignamos tanto, y por qué la vida se torna en un sinsentido.

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