¿Hay que huir de los
profetas de calamidades, de los inquisidores, y de los sacerdotes que asustan?
Pues a mí no me hará falta huir, porque llevo toda mi vida
asistiendo a misa en varias provincias de España y del extranjero, y jamás me
he encontrado a ese tipo de profetas. Jamás. Y son muchos años yendo a muchas
parroquias de diferentes ciudades y países. Es más, en las homilías no he oído hablar
nunca, pero que nunca, sobre moral sexual.
¿Habrá cierta malicia en quien ve estos fantasmas a
sabiendas de que no existen? ¿Un recurso retórico aceptar como ciertas las
acusaciones de que somos inquisidores para evidenciar que uno no sólo no lo es
sino que lucha en contra de quien lo sea? ¿Y puede ayudar el inventarse un
monstruo inquisitorial para crear un monstruo relativista o directamente
apóstata?
Porque lo que sí he oído y en abundancia son homilías donde
se dice que no hay infierno, que la resurrección era una metáfora, que los
milagros de Jesús no son tal cual se leen, en las que se desprecian los dogmas,
en el que se compara la tradición cristiana con el fariseísmo, etc.
Pues un monstruo no lo he visto, y al otro se le ve en todas
partes.
¡Pies para qué os quiero!
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