martes, 31 de diciembre de 2013

Juzgar o no juzgar... esa es la cuestión


Hoy haré una breve reflexión sobre esta consideración y el famoso ‘No juzguéis y no seréis juzgados’. Por una interpretación con falta de sentido común acerca de esta frase del evangelio muchos católicos justifican su pusilanimidad. Seguro que los lectores que sean inteligentes habrán observado que la gente que repite esto suele hacerlo para mirar a otro lado ante lo injustificable, pero que a la hora de criticar otros males como el latrocinio de los políticos, o a los políticos mismos, no se cortan un pelo (y muy bien está la crítica). No hablemos ya de la prudencia y caridad que los nojuzgantes practican si alguien no les ha saludado por la calle o si un familiar no les ha invitado a una boda. Por tanto mi reflexión no va dirigida para los hipócritas y cobardes, sino para la gente de buen corazón que pica el anzuelo.

¿Jesús no dice que no juzguemos?

Jesús, al salvar a la adultera de la lapidación (por cierto, no se nombra a María Magdalena) dice que no juzguemos. Pero hace un juicio de valor. ‘Vete, y no peques más’. Por lo que reconoce su pecado. Y aclara: ‘porque en la medida que juzguéis, así seréis juzgados’. Bien podríamos ver entonces que Jesús critica el hacer una condena exagerada o injusta.
El sentido común, más que la exegesis pura y dura, nos ayuda a comprender este pasaje. Hagamos un ejercicio de imaginación. Si el lector de buena voluntad visita un país islámico y contemplase el intento de ejecución de una adúltera ¿no intervendría para evitarlo? ¿Y no le irritaría aún más la dureza de corazón de los verdugos si es sabido que incumplen las leyes de Dios tanto o más que la acusada? Esto último se infiere del evangelio cuando Jesús dice aquello de tirar la primera piedra. Seguramente con conocimiento de la ralea de cada uno de los allí presentes. Y más que probablemente algunos cometieron en su vida adulterio. Desde luego, esta interpretación es más sensata que la de creer que como todos somos pecadores, nadie absolutamente puede hacer juicios de valor o exigir justicia. Si no se entiende la actuación de Jesús en su contexto y justa medida, lo coherente mediante la extrapolación es querer la abolición de todo tribunal, condena y cárcel.

Absurdo. Jesús era sensato. No hay que absolutizar pasajes del evangelio hasta volverlos absurdos. Esto entre otras cosas lleva a ver contradicciones en el Nuevo Testamento donde no las hay. Por ejemplo, Jesús era misericordioso con las prostitutas, quizás porque eran pecadoras pero al fin y al cabo mujeres rechazadas y utilizadas por la sociedad que sólo necesitaban alguien que mirase en ellas algo más que un cuerpo y les diese la oportunidad de cambiar. Sin embargo era duro e inflexible con los fariseos e hipócritas, los denunciaba e incluso insultaba (hipócritas, sepulcros blanqueados, raza de víboras…). No son  contradicciones, sino casos y circunstancias distintas que exigen comportamientos distintos. También, como buen padre, sabía ser unas veces misericordioso con sus discípulos, y otras duro.

Sobre esta cuestión aconsejo leer también los dos post siguientes:

-  ¿Poner o no poner la otra mejilla?
http://cristoerasabio.blogspot.com.es/2013/12/poner-o-no-poner-la-otra-mejilla-esa-es.html

-  Si hay que querer al prójimo como a ti mismo, ¿cómo entonces condenar o denunciar los males de alguien?
http://cristoerasabio.blogspot.com.es/2013/12/si-hay-quequerer-al-projimo-como-ti.html

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